Ahí estaba. El gringo de 32 años, de aspecto patibulario, que había venido 13 meses antes para echar a unos del poder, investido como presidente. El mismo que nació en un estado esclavista del sur, que tuvo una novia sordomuda y que hizo estudios de Medicina en Pennsylvania.
“Con la mayor efusión de gozo entrego el mando supremo de la República, seguro y satisfecho de que vas a darle su quietud, progreso y respetabilidad. Yo lo conozco, los pueblos igualmente; puesto que han depositado la confianza que has aceptado”.
Esas palabras de entusiasmo las pronunció Fermín Ferrer en el acto solemne celebrado en Granada el sábado 12 de julio de 1856 durante la investidura del filibustero William Walker, como presidente de Nicaragua.
El mismo discurso se leyó después en inglés.
Acto seguido Ferrer, dirigente legitimista, juramentó al nuevo mandatario que había sido elegido con 8,401 votos, según refieren los documentos recopilados por Alejandro Bolaños Geyer, en su libro Walker, el predestinado de los ojos grises, que se descarga en la biblioteca virtual de Enrique Bolaños.
Walker llegó a Nicaragua en junio de 1855, con 55 hombres, “la Falange democrática”, que no era más que una banda de filibusteros. El estadounidense se arrodilló e hizo la promesa de ley, ofreció luego un discurso en aquella ciudad que se alza a la orilla del lago y que se engalanó ese día para la celebración.
“Confío sinceramente que todos los buenos ciudadanos me ayudarán al sostenimiento de aquel orden de las cosas”, dijo, y luego fustigó contra los ejércitos de los países vecinos que intentaban echarlo del país. “Los otros cuatro Estados de Centroamérica, sin razón y sin justicia, intentan intervenir en los negocios de Nicaragua”.
Los datos biográficos sobre Walker —recopilados por Bolaños Geyer— son los siguientes: nació en Nashville, Tennessee, el sur de Estados Unidos, el 8 de mayo de 1824. Sus padres eran de origen escocés. De niño le decían “Billy”. “Siempre fue serio y taciturno”. Fue alumno destacado desde la adolescencia.
Quienes lo conocieron antes de convertirse en un aventurero decían que era una persona de carácter tranquilo, que habría cambiado mucho después del noviazgo que sostuvo con una muchacha sordomuda, muy bella por la que había aprendido el lenguaje de señas.
FRACASO EN SONORA
Rompieron por “una desavenencia y antes de que pudieran reconciliarse ella falleció”, relata Bolaños Geyer. Su muerte lo convirtió en un hombre melancólico y más tarde se transformó en el aventurero.
A comienzos de 1852, Walker partió con una expedición militar a Sonora. Recién había muerto su madre quien siempre lo llamó “Billy”. En el estado mexicano, el filibustero tenía pretensiones de fundar una República y de instaurar la esclavitud. Para lograr su empresa puso a la venta el “país” que aún no había conquistado. Este proyecto al final fracasó. Sin embargo, se considera que su expedición a Sonora, aunque fue repudiada por la opinión pública, habría empujado la compra forzada que hizo Estados Unidos de territorio mexicano.
Por eso fue juzgado en San Francisco, pero al final fue absuelto. Volvió a ganarse la vida con el periodismo y retomó la política.
En 1856 después que fue investido en Granada como el nuevo mandatario, una de sus primeras decisiones fue instaurar la esclavitud. Distintos textos históricos sostienen que Walker habría ofrecido llevar a los estados del sur alrededor de “20,000 indios” nicaragüenses, a los que consideraba tan fuertes como “los negros” para las actividades agrícolas.
El filibustero contaba con el apoyo de algunos políticos sureños que sobredimensionaban sus acciones en Nicaragua, pero también con adversarios sobre todo de los estados del norte que denunciaban las fechorías cometidas por el filibustero en el país.
Fusilado en Honduras
“El general William Walker fue fusilado el 12 de los corrientes a las ocho de la mañana. Exhibió a través de todo la mayor serenidad; ni siquiera cambió de color mientras caminaba de la prisión a la plaza en donde lo ejecutaron. Dos soldados con espadas desenvainadas marchaban delante de él y lo seguían tres con bayonetas caladas. Llevaba un sombrero en la mano derecha y en la izquierda un crucifijo”. Así describió la crónica de The New York Herald del 4 de octubre, dando cuenta del fusilamiento del filibustero en Trujillo, Honduras, según el libro de Alejandro Bolaños Geyer, El Predestinado de los ojos grises , disponible en la biblioteca virtual del expresidente Enrique Bolaños.
El cronista escribió que aunque no podía hablar con fuerza, habló bajo al cura y dijo que le pedía perdón a la gente por todos los daños causados.
El pelotón de diez hombres dio un paso al frente y de inmediato descargaron fuego. El filibustero murió al instante. El cónsul norteamericano pagó su sepelio
El cronista escribió que aunque no podía hablar con fuerza, habló bajo al cura y dijo que le pedía perdón a la gente por todos los daños causados.
El pelotón de diez hombres dio un paso al frente y de inmediato descargaron fuego. El filibustero murió al instante. El cónsul norteamericano pagó su sepelio