Los recursos naturales que posee Nicaragua han servido de anzuelo para volver ésta en una tierra codiciada por sus vecinos. En los últimos 180 años el país ha sufrido los efectos de al menos 24 conflictos territoriales en los que, según la cuenta de José Reyes, profesor titular y académico del departamento de Historia de la UNAN-Managua, se han perdido 30 mil kilómetros cuadrados de territorio.
Todo —dice Reyes— ha sido gracias a la irresponsabilidad de los gobernantes de turno, quienes según ha quedado registrado en las páginas de la historia, sin más han aceptado las decisiones de las Cortes Internacionales o han cedido a las dominaciones extranjeras.
Aunque Luis Pasos Argüello menciona que desde 1823 hasta 1960 Nicaragua había sufrido 24 conflictos internacionales, de los cuales sólo había ganado cuatro, el profesor de historia José Reyes destaca tres como los más importantes debido a la magnitud de los territorios perdidos.
La Mosquitia. Se trataba de un pedazo de tierra de aproximadamente 12 mil kilómetros cuadrados, ubicado entre el río Coco y el río Aguán. A pesar de que no era un territorio delimitado, tradicionalmente había pertenecido a Nicaragua.
Fue a partir del siglo XIX que Honduras comenzó a reclamarlo como propio y de ahí surgieron diversos conflictos armados en la zona, hubo roces y enfrentamientos a cada momento.
“Ése era un territorio en litigio y así aparecía en los mapas de Nicaragua, como “Territorio en Litigio”, pero los hondureños —más vivos— le pusieron “Departamento de Cabo Gracias a Dios”, comenta el profesor Reyes.
Hasta la fecha, el catedrático de historia duda que el Rey Alfonso XIII haya leído por completo los planteamientos de ambos países, pero al final el Laudo de Alfonso XIII terminó de establecer la frontera entre Nicaragua y Honduras, a partir del Golfo de Fonseca hasta el Río Poteca, afluente del río Coco, pero faltó la otra mitad...
“Con el transcurso del tiempo y a medida que los gobiernos militares de Honduras y Nicaragua compartían intereses políticos y económicos, eran vasallos del gobierno norteamericano, decidieron someter al fallo de La Haya para que se decidiera si el Laudo del Rey Alfonso XIII era válido o no”, explica Reyes.
Era 1960, Nicaragua estaba gobernada por Luis Somoza y los Estados Unidos, que ejercía una fuerte influencia en la región, se inclinaban hacia Honduras por sus intereses mineros y caucheros en la zona.
“Entonces la Corte Internacional de Justicia dijo que el Laudo del Rey de España era válido, por lo tanto Nicaragua perdió el territorio en litigio y su frontera quedó fijada en la ribera norte del río Coco, perdimos ese territorio, primero por el Laudo del Rey de España, después porque la Corte Internacional de Justicia dio el fallo favorable para Honduras, y tercero porque Luis Somoza, que era el presidente de Nicaragua, no dijo ni “chu” ni “mu”, relata Reyes.
San Andrés. Todo ocurrió allá por 1928, cuando se firmó el tratado Bárcenas Meneses-Esguerra. Se llamó así por los apellidos de los ministros de Defensa de Nicaragua y Colombia, José Bárcenas Meneses y Manuel Esguerra, respectivamente.
Nicaragua reclamaba y reclama aún la soberanía sobre el archipiélago de San Andrés y Providencia, porque éste se ubica dentro de su mar territorial y su plataforma continental.
El mar territorial de Nicaragua abarca un mínimo de 200 millas náuticas mar adentro desde la Costa Caribe. El archipiélago de San Andrés está ubicado a 60 millas náuticas de la Costa Caribe de Nicaragua, pero a unas 480 millas de la Costa Caribe colombiana.
José Reyes explica que en 1928 los Estados Unidos necesitaban establecer carboneras en el mar Caribe para abastecer a los barcos de vapor que tenían patrullando la zona.
“Les interesaba instalar una carbonera en el Cayo de Roncador y sabían que había un conflicto entre Colombia y Nicaragua por la posesión de ese archipiélago, entonces presionaron al gobierno de Nicaragua para que firmara un tratado reconociendo la soberanía de Colombia sobre el archipiélago”, comenta el historiador.
Entre otras cosas, añade, los Estados Unidos querían recompensar de alguna manera el robo que le habían hecho a Colombia con el istmo de Panamá. Además, Nicaragua estaba ocupada militarmente por Estados Unidos, gobernada por un gobierno títere al mando de Adolfo Díaz, fiel al gobierno norteamericano, quien no se opuso a la medida, ordenando al canciller José Bárcenas Meneses que firmara el tratado reconociendo la soberanía de Colombia en el archipiélago de San Andrés y Providencia, y estableciendo la frontera marítima en el paralelo 15.
Con esta firma, el gobierno de Nicaragua renunciaba no sólo a la posesión del archipiélago de San Andrés y Providencia, sino que además reducía su mar territorial.
En 1928 el Tratado fue refrendado por el Congreso, pero en la década de 1980 fue derogado por el primer gobierno sandinista, aduciendo que en la fecha en que fue firmado el país estaba ocupado por la fuerza militar de Estados Unidos, “y un gobierno ocupado por la fuerza extranjera no tiene autoridad, no tiene soberanía para firmar un tratado”, enfatiza el profesor.
Después del anuncio de intención de llevar el caso a La Haya, en el 2001 el Gobierno de Nicaragua oficializó el reclamo ante la Corte Internacional de Justicia, pero ésta reconoció la soberanía de Colombia en el archipiélago de San Andrés, pero negó que el paralelo 15 fuese el límite en el mar territorial de Nicaragua, a lo que Colombia aún se opone a aceptar, y por lo tanto mantiene barcos patrullando la zona.
Nicoya y Guanacaste. El Partido de Nicoya, como era llamada la región antaño, perteneció a Nicaragua durante todo el régimen colonial que duró 300 años.
Nicoya es la península y Guanacaste es el norte de la península que llega hasta el Atlántico. Por aquellos años Costa Rica reconocía la soberanía de Nicaragua sobre Nicoya y Guanacaste.
A partir de 1830 Costa Rica comenzó a desarrollar su economía promoviendo el cultivo de café y tabaco. Necesitaban exportar el producto y fue en el río San Juan donde encontraron la vía de tránsito propicia para su comercio, ya que en ese entonces el país vecino no poseía ningún puerto ni en el Pacífico ni en el Atlántico.
Por esa fecha Granada, que funcionaba como la capital de Nicaragua, era una ciudad revuelta. Había un golpe de Estado a Cleto Ordóñez, se buscaba cómo destruir la dominación conservadora y oligarca de León y Granada... Todo eso dio origen a la guerra de las juntas, hubo sangre y anarquía.
Nicoya y Guanacaste geográficamente habían pertenecido a Nicaragua durante el régimen colonial, pero habían permanecido abandonados porque, a pesar de que se reconocía la soberanía hasta Nicoya, nunca se habían tomado medidas para proteger política y económicamente a la escasa población que lo habitaba.
Extracto del mapa de la época de las Provincias Unidas de Centroamérica, publicado en Londres en 1826.
“Hay que advertir que en 1824 todavía estábamos influenciados por la idea de que los Estados de Centroamérica no eran república, éramos Estados. Por lo tanto, Costa Rica y Nicaragua éramos Estados de la Federación Centroamericana”, explica José Reyes.
Fue así que Costa Rica pidió a Nicaragua que aceptara la voluntad de los guanacastecos, “pero el gran error fue que en lugar de negarse, Nicaragua dijo ‘vamos a someternos a la posición del Congreso Federal Centroamericano”.
Según cuenta el historiador, la frontera de Nicaragua con Costa Rica llegaba hasta el río Matina, en el Atlántico, “hasta ahí llegaba Guanacaste. El río San Juan estaba a 12 millas del río Matina, y Costa Rica consideraba que hasta ahí llegaba su frontera, pero como utilizaban el río San Juan como ruta de tránsito de sus negocios, entonces comenzaron a presionar para que su frontera llegara hasta el río San Juan para garantizarse la navegación que hacían de sus productos”.
En 1856 William Walker asumió la presidencia de Nicaragua y procedió a cancelar los contratos que Nicaragua había firmado con Cornelius Bandervilt, dueño de la ruta del tránsito que estaba en Nicaragua.
Bandervilt, en represalia, sobornó al gobierno de Costa Rica para que organizara un ejército que viniera a Nicaragua a derrotar a Walker y así recuperar la compañía que le había sido arrebatada.
Fue así que Costa Rica inició la guerra contra los filibusteros en Nicaragua. Una de las operaciones más importantes del Ejército costarricense, al mando de comandantes norteamericanos, fue la toma de los vapores de la compañía de la ruta del tránsito y se apoderaron de El Castillo San Carlos, llegaron hasta La Virgen y le dieron continuidad a la guerra contra Walker, hasta que fue vencido y expulsado de Nicaragua en 1857.
Pero una vez terminada la guerra, Costa Rica declaró que se quedaba con el río San Juan y, de paso, extendía su frontera hasta la mitad del lago Cocibolca y la mitad del istmo de Rivas. A esto le llamaron “derecho de conquista” por haber combatido a los filibusteros en Nicaragua.
Disputa por San Andrés. Nicaragua defiende su soberanía en el mar
territorial que abarca el archipiélago de San Andrés. Aunque la Corte
Internacional de Justicia ya dio un fallo en el que estipula que el
paralelo 15 no es el límite en el mar territorial nicaragüense, Colombia
mentiene presencia en la zona que reclama como suya.
Fue así que inició el diálogo entre el general Máximo Jerez y José María Cañas, quienes elaboraron el tratado Cañas-Jerez, que fijó los límites con Costa Rica, en 1857.
El Tratado Cañas-Jerez impidió que Costa Rica se apoderara del río San Juan, la cuenca sur del lago Cocibolca y la mitad del istmo de Rivas, pero no impidió que Costa Rica llevara su frontera hasta 130 kilómetros antes de la desembocadura del río San Juan.
En él se estableció que la frontera entre Costa Rica y Nicaragua comienza en la mitad de la bahía de Salinas, sigue una línea de 4 millas al sur del río Ochomogo, luego sigue 4 millas al sur de la costa sur del lago de Nicaragua, luego 5 millas al sur de la ribera del río San Juan hasta El Castillo de la Inmaculada Concepción y de ahí 5 millas abajo, la ribera sur del río comienza a ser la frontera con Costa Rica.
“Perdimos ese territorio y lo más grave es que se les dio el derecho de navegación perpetua a Costa Rica en el río San Juan, aunque La Haya reconoció la propiedad absoluta del río San Juan”, señala el historiador.
Este estudioso de la historia nacional explica que a través del último siglo, Nicaragua ha perdido en total casi 30 mil kilómetros cuadrados, como consecuencia de la falta de beligerancia de los gobiernos de turno, quienes se han mostrado demasiado débiles ante los interventores, han sido “irresponsables”, dice, “nunca se preocuparon por preservar la soberanía nicaragüense”.
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