La actual disputa fronteriza entre Costa Rica y Nicaragua sobre el
río San Juan es un cuento largo que comenzó en 1830, cuando el vecino
país desarrolló la producción de café y tabaco, y cuando a falta de
puertos en sus costas, utilizaba el río San Juan como ruta de tránsito
para sus productos.
Los recursos naturales que posee Nicaragua han servido de anzuelo
para volver ésta en una tierra codiciada por sus vecinos. En los
últimos 180 años el país ha sufrido los efectos de al menos 24
conflictos territoriales en los que, según la cuenta de José Reyes,
profesor titular y académico del departamento de Historia de la
UNAN-Managua, se han perdido 30 mil kilómetros cuadrados de territorio.
Todo —dice Reyes— ha sido gracias a la irresponsabilidad de los
gobernantes de turno, quienes según ha quedado registrado en las
páginas de la historia, sin más han aceptado las decisiones de las
Cortes Internacionales o han cedido a las dominaciones extranjeras.
Aunque Luis Pasos Argüello menciona que desde 1823 hasta 1960
Nicaragua había sufrido 24 conflictos internacionales, de los cuales
sólo había ganado cuatro, el profesor de historia José Reyes destaca
tres como los más importantes debido a la magnitud de los territorios
perdidos.
La Mosquitia. Se trataba de un pedazo de tierra de aproximadamente
12 mil kilómetros cuadrados, ubicado entre el río Coco y el río Aguán.
A pesar de que no era un territorio delimitado, tradicionalmente había
pertenecido a Nicaragua.
Fue a partir del siglo XIX que Honduras comenzó a reclamarlo como
propio y de ahí surgieron diversos conflictos armados en la zona, hubo
roces y enfrentamientos a cada momento.
“Ése era un territorio en litigio y así aparecía en los mapas de
Nicaragua, como “Territorio en Litigio”, pero los hondureños —más
vivos— le pusieron “Departamento de Cabo Gracias a Dios”, comenta el
profesor Reyes.
Los conflictos armados se mantuvieron hasta que los países en
disputa decidieron llevar el caso ante el Rey de España, Alfonso XIII.
Hasta la fecha, el catedrático de historia duda que el Rey Alfonso
XIII haya leído por completo los planteamientos de ambos países, pero
al final el Laudo de Alfonso XIII terminó de establecer la frontera
entre Nicaragua y Honduras, a partir del Golfo de Fonseca hasta el Río
Poteca, afluente del río Coco, pero faltó la otra mitad...
“Con el transcurso del tiempo y a medida que los gobiernos militares
de Honduras y Nicaragua compartían intereses políticos y económicos,
eran vasallos del gobierno norteamericano, decidieron someter al fallo
de La Haya para que se decidiera si el Laudo del Rey Alfonso XIII era
válido o no”, explica Reyes.
Era 1960, Nicaragua estaba gobernada por Luis Somoza y los Estados
Unidos, que ejercía una fuerte influencia en la región, se inclinaban
hacia Honduras por sus intereses mineros y caucheros en la zona.
“Entonces la Corte Internacional de Justicia dijo que el Laudo del
Rey de España era válido, por lo tanto Nicaragua perdió el territorio
en litigio y su frontera quedó fijada en la ribera norte del río Coco,
perdimos ese territorio, primero por el Laudo del Rey de España,
después porque la Corte Internacional de Justicia dio el fallo
favorable para Honduras, y tercero porque Luis Somoza, que era el
presidente de Nicaragua, no dijo ni “chu” ni “mu”, relata Reyes.
San Andrés. Todo ocurrió allá por 1928, cuando se firmó el tratado
Bárcenas Meneses-Esguerra. Se llamó así por los apellidos de los
ministros de Defensa de Nicaragua y Colombia, José Bárcenas Meneses y
Manuel Esguerra, respectivamente.
Nicaragua reclamaba y reclama aún la soberanía sobre el archipiélago
de San Andrés y Providencia, porque éste se ubica dentro de su mar
territorial y su plataforma continental.
El mar territorial de Nicaragua abarca un mínimo de 200 millas
náuticas mar adentro desde la Costa Caribe. El archipiélago de San
Andrés está ubicado a 60 millas náuticas de la Costa Caribe de
Nicaragua, pero a unas 480 millas de la Costa Caribe colombiana.
José Reyes explica que en 1928 los Estados Unidos necesitaban
establecer carboneras en el mar Caribe para abastecer a los barcos de
vapor que tenían patrullando la zona.
“Les interesaba instalar una carbonera en el Cayo de Roncador y
sabían que había un conflicto entre Colombia y Nicaragua por la
posesión de ese archipiélago, entonces presionaron al gobierno de
Nicaragua para que firmara un tratado reconociendo la soberanía de
Colombia sobre el archipiélago”, comenta el historiador.
Entre otras cosas, añade, los Estados Unidos querían recompensar de
alguna manera el robo que le habían hecho a Colombia con el istmo de
Panamá. Además, Nicaragua estaba ocupada militarmente por Estados
Unidos, gobernada por un gobierno títere al mando de Adolfo Díaz, fiel
al gobierno norteamericano, quien no se opuso a la medida, ordenando al
canciller José Bárcenas Meneses que firmara el tratado reconociendo la
soberanía de Colombia en el archipiélago de San Andrés y Providencia, y
estableciendo la frontera marítima en el paralelo 15.
Con esta firma, el gobierno de Nicaragua renunciaba no sólo a la
posesión del archipiélago de San Andrés y Providencia, sino que además
reducía su mar territorial.
En 1928 el Tratado fue refrendado por el Congreso, pero en la década
de 1980 fue derogado por el primer gobierno sandinista, aduciendo que
en la fecha en que fue firmado el país estaba ocupado por la fuerza
militar de Estados Unidos, “y un gobierno ocupado por la fuerza
extranjera no tiene autoridad, no tiene soberanía para firmar un
tratado”, enfatiza el profesor.
Después del anuncio de intención de llevar el caso a La Haya, en el
2001 el Gobierno de Nicaragua oficializó el reclamo ante la Corte
Internacional de Justicia, pero ésta reconoció la soberanía de
Colombia en el archipiélago de San Andrés, pero negó que el paralelo 15
fuese el límite en el mar territorial de Nicaragua, a lo que Colombia
aún se opone a aceptar, y por lo tanto mantiene barcos patrullando la
zona.
Nicoya y Guanacaste. El Partido de Nicoya, como era llamada la
región antaño, perteneció a Nicaragua durante todo el régimen colonial
que duró 300 años.
Nicoya es la península y Guanacaste es el norte de la península que
llega hasta el Atlántico. Por aquellos años Costa Rica reconocía la
soberanía de Nicaragua sobre Nicoya y Guanacaste.
A partir de 1830 Costa Rica comenzó a desarrollar su economía
promoviendo el cultivo de café y tabaco. Necesitaban exportar el
producto y fue en el río San Juan donde encontraron la vía de tránsito
propicia para su comercio, ya que en ese entonces el país vecino no
poseía ningún puerto ni en el Pacífico ni en el Atlántico.
Por esa fecha Granada, que funcionaba como la capital de Nicaragua,
era una ciudad revuelta. Había un golpe de Estado a Cleto Ordóñez, se
buscaba cómo destruir la dominación conservadora y oligarca de León y
Granada... Todo eso dio origen a la guerra de las juntas, hubo sangre y
anarquía.
Nicoya y Guanacaste geográficamente habían pertenecido a Nicaragua
durante el régimen colonial, pero habían permanecido abandonados
porque, a pesar de que se reconocía la soberanía hasta Nicoya, nunca se
habían tomado medidas para proteger política y económicamente a la
escasa población que lo habitaba.
Costa Rica comenzó a interesarse por los terratenientes productores
de café y comenzaron a seducirlos para que declararan la anexión de
Guanacaste a Costa Rica. Las autoridades de Guanacaste se opusieron,
pero los terratenientes se inclinaron por Costa Rica, montaron un
cabildo, elaboraron un acta y declararon que “por tales y tales
razones” el Partido de Guanacaste se adhería al Estado de Costa Rica.
“Hay que advertir que en 1824 todavía estábamos influenciados por la
idea de que los Estados de Centroamérica no eran república, éramos
Estados. Por lo tanto, Costa Rica y Nicaragua éramos Estados de la
Federación Centroamericana”, explica José Reyes.
Fue así que Costa Rica pidió a Nicaragua que aceptara la voluntad de
los guanacastecos, “pero el gran error fue que en lugar de negarse,
Nicaragua dijo ‘vamos a someternos a la posición del Congreso Federal
Centroamericano”.
Según cuenta el historiador, la frontera de Nicaragua con Costa Rica
llegaba hasta el río Matina, en el Atlántico, “hasta ahí llegaba
Guanacaste. El río San Juan estaba a 12 millas del río Matina, y Costa
Rica consideraba que hasta ahí llegaba su frontera, pero como
utilizaban el río San Juan como ruta de tránsito de sus negocios,
entonces comenzaron a presionar para que su frontera llegara hasta el
río San Juan para garantizarse la navegación que hacían de sus
productos”.
En 1856 William Walker asumió la presidencia de Nicaragua y
procedió a cancelar los contratos que Nicaragua había firmado con
Cornelius Bandervilt, dueño de la ruta del tránsito que estaba en
Nicaragua.
Bandervilt, en represalia, sobornó al gobierno de Costa Rica para
que organizara un ejército que viniera a Nicaragua a derrotar a Walker y
así recuperar la compañía que le había sido arrebatada.
Fue así que Costa Rica inició la guerra contra los filibusteros en
Nicaragua. Una de las operaciones más importantes del Ejército
costarricense, al mando de comandantes norteamericanos, fue la toma de
los vapores de la compañía de la ruta del tránsito y se apoderaron de
El Castillo San Carlos, llegaron hasta La Virgen y le dieron
continuidad a la guerra contra Walker, hasta que fue vencido y
expulsado de Nicaragua en 1857.
Pero una vez terminada la guerra, Costa Rica declaró que se quedaba
con el río San Juan y, de paso, extendía su frontera hasta la mitad del
lago Cocibolca y la mitad del istmo de Rivas. A esto le llamaron
“derecho de conquista” por haber combatido a los filibusteros en
Nicaragua.
El Gobierno de Nicaragua, conformado por Tomás Martínez y Máximo Jerez, reaccionó y no aceptó tal decisión.
Fue así que inició el diálogo entre el general Máximo Jerez y José
María Cañas, quienes elaboraron el tratado Cañas-Jerez, que fijó los
límites con Costa Rica, en 1857.
El Tratado Cañas-Jerez impidió que Costa Rica se apoderara del río
San Juan, la cuenca sur del lago Cocibolca y la mitad del istmo de
Rivas, pero no impidió que Costa Rica llevara su frontera hasta 130
kilómetros antes de la desembocadura del río San Juan.
En él se estableció que la frontera entre Costa Rica y Nicaragua
comienza en la mitad de la bahía de Salinas, sigue una línea de 4
millas al sur del río Ochomogo, luego sigue 4 millas al sur de la costa
sur del lago de Nicaragua, luego 5 millas al sur de la ribera del río
San Juan hasta El Castillo de la Inmaculada Concepción y de ahí 5
millas abajo, la ribera sur del río comienza a ser la frontera con
Costa Rica.
“Perdimos ese territorio y lo más grave es que se les dio el derecho
de navegación perpetua a Costa Rica en el río San Juan, aunque La Haya
reconoció la propiedad absoluta del río San Juan”, señala el
historiador.
Este estudioso de la historia nacional explica que a través del
último siglo, Nicaragua ha perdido en total casi 30 mil kilómetros
cuadrados, como consecuencia de la falta de beligerancia de los
gobiernos de turno, quienes se han mostrado demasiado débiles ante los
interventores, han sido “irresponsables”, dice, “nunca se preocuparon
por preservar la soberanía nicaragüense”.